LA CORONACIÓN CANÓNICA DE LA IMAGEN DE NUESTRA SEÑORA DE LA ENCARNACIÓN, PATRONA DE CARRIÓN DE CALATRAVA

 
     Empezaremos situando en el tiempo y en el momento histórico, nacional y local, el acontecimiento.

     La fecha de la coronación es de sobra conocida, 5 de mayo de 1929, coincidiendo con el día de la procesión general del mismo año. Y en el periodo histórico-político de la dictadura de Primo de Rivera, en los años finales del reinado de Alfonso XIII.

     Ya situado el acontecimiento en su contexto socio-político, vamos a referirnos a las personas que lo protagonizan, a los que llevaron a cabo toda la labor, todas las gestiones, todos los gastos y el sinnúmero de pequeñas acciones que coadyuvan a este fin.

     Por parte de la iglesia, la persona de mayor jerarquía y prestigio, que lleva a cavo el acto concreto de la coronación es el cardenal D. Pedro Segura y Sáenz, arzobispo de Toledo y, por ende, primado de España, y que en ese momento estaba en la cima de su carrera y su prestigio.

     El otro gran protagonista eclesiástico fue el obispo de la diócesis y prior de las Órdenes Militares, D. Narciso Esténaga y Echevarría, al que tuvimos como obispo desde el 9 de agosto de 1923 hasta el 22 de agosto de 1936 en que murió, por los avatares de la guerra civil.

     En el plano local es destacable la labor encomiable y silenciosa del párroco D. Eugenio Zaballa, que debió estar en todo sin aparecer en nada. El alcalde D. Ramón Sobrino Pérez y el secretario D. Longinos Rodríguez fueron dos entusiastas organizadores, preocupados para que todo saliera perfecto, y cuyas gestiones, muy acertadas, redundaron en el éxito.

     Pero, con diferencia notable, la estrella de la coronación fue la ilustre dama doña Elisa Sánchez Ramos y Fernández de Sierra. De ella fue la idea. Ella fue el motor que tantas voluntades puso en marcha, y de su generosidad y amor a la Virgen salió cubrir el alto coste de la notabilísima celebración.

     Dado ya un breve repaso a las personas más destacadas que hicieron posible la Coronación Canónica, vamos a referirnos a la preparación del acontecimiento. A las numerosas y laboriosas gestiones que hubo que llevar a cabo para la decisión, aprobación y acción de la coronación.

     Vamos a intentar ahora explicar el proceso que se llevó a cabo para la autorización.

     La autorización canónica de una imagen es un acto que debe autorizar Roma, la Santa Sede y concretamente el cabildo de San Pedro del Vaticano.

     El Sr. Obispo hizo llegar a Roma la correspondiente petición con un elogio histórico, una "laudatio", relatando la historia de la imagen, con sus orígenes y vicisitudes, así como el culto ininterrumpido que había tenido la imagen de Nuestra Señora por parte de la Orden de Calatrava y del pueblo de Carrión, en estos lares, con los diferentes nombres de Nuestra Señora de los Mártires, Nuestra Señora de Calatrava y Nuestra Señora de la Encarnación.

     Estudiada la petición convenientemente y reunido el capítulo del Cabildo de San Pedro del Vaticano el 17 de marzo de 1929, en su sala capitular, acordaron conceder la coronación solicitada, "aurea corona solemni ritu esse decorandam". Tomado el acuerdo, se redacto el correspondiente documento, que encabezó el cardenal D. Rafael Merry del Val, en su calidad de arcipreste de San Pedro y lleva fecha de 18 de marzo de 1929, en el año VIII del pontificado del papa Pio XI. Lleva las firmas del canónigo de actas Alexander Bernabai y de Félix de Ravona, en nombre del canciller.

     Una vez que este solemne documento llegó a Ciudad Real, se llevó a cabo la fijación de una fecha adecuada, eligiéndose el día 5 de mayo, que coincidía con la tradicional y solemne fiesta de la Procesión General. El Sr. Obispo delegó en el Dr. Segura, cardenal arzobispo de Toledo, la presidencia del acto, con objeto de dar mayor real al acto y éste aceptó.

     En el boletín Oficial del Obispado de fecha 20 de abril de 1929, el Sr. Obispo por medio de una circular, que había de ser leída en todas las parroquias de la diócesis, daba cuenta del hecho e invitaba a cuantos sacerdotes y seglares quisieran acompañar y animaba a todos a llevar a cabo una manifestación de devoción mariana, acudiendo representaciones de las congregaciones marianas con sus banderas, insignias y estandartes.

     Veamos ahora los elementos materiales más significativos. Estos fueron tres y han llegado hasta nosotros, utilizándose todavía en las solemnidades: el manto, las andas y la corona.

     El manto que llevó ese día la imagen de Nuestra Señora es de tisú de plata con preciosos bordados en oro, regalo de los vecinos del pueblo a su Patrona, en al año 1928. Costó 11.000 pesetas y fue confeccionado en la casa Burillo de Valencia.

     La corona con que fue coronada la imagen fue costeada y regalada por Doña Elisa Sánchez Ramos. Es una joya de arte, obra del genial orfebre, presbítero señor Granda. Es de oro y con finísimas incrustaciones en colores, formando los escudos de las cuatro órdenes militares. Es muy rica también en piedras preciosas y esmaltes. Costó 15.000 ptas.

     Las andas procesionales, regalos de la misma señora y estrenadas el mismo día, son de plata con peana. Tienen cuatro candelabros con cinco luces cada uno y cuatro angelitos del mismo metal, también con luces. Llevan la inscripción de la donante. Fueron realizadas por la casa Meneses de Madrid, y su coste, incluidos los tres palos rematados con funda y adorno de plata, fue de 5.000 pesetas.

     Queremos resaltar, otra vez, la decisión y fe de la donante. Aunque el año 1929 fue el de las celebraciones, las gestiones y encargos comenzaron años antes. Quizá 4 ó 5. Los encargos de bordados y orfebrería se hacen con mucho tiempo porque son laboriosos y lentos en su ejecución.

     Corresponde ahora referirnos a la comisión organizadora que se designó al efecto y que estaba formada por lo más representativo de la localidad y el administrador de doña Elisa Sánchez Ramos, señor Ángel Martín.

     La composición integra y puntual de la comisión no la conocemos, pero por la reseña de la Voz de la Mancha del 6 de mayo de 1929, en su apartado de elogios y agradecimientos, colijo que la formaron, entre otros, el alcalde don Ramón Sobrino Pérez,, don Manuel Recuero, don Valdemaro Puebla, don Santiago Muñoz, don Antonio Vera, don Ignacio Peco, don Ignacio Zaldívar y don Antonio Sánchez Laín. Ellos llevaron la brega del preparar y hacer que cada cual ocupara su puesto y que cada elemento estuviera en el lugar adecuado en el momento oportuno.

     Por otra parte, la comisión organizadora preparó y envió un escrito a los diferentes pueblos comunicando la celebración y haciendo hincapié en la asistencia de todos los habitantes del Campo de Calatrava, por ser la Virgen de la Encarnación, la patrona, no sólo de nuestra villa, sino de todo el campo. Anuncian también la asistencia de las distintas autoridades y de los festejos programados para dar solaz a los visitantes y vecinos de la villa.

     Por su parte el Sr. Alcalde publicó un bando dirigido a todos los habitantes de la villa para que los visitante se lleven la mejor impresión del pueblo. Encarece la obediencia a los mandatos de las distintas comisiones que trabajan por el éxito de la celebración. Pide que todos los vecinos-incluso los que están de luto- hermoseen sus fachadas, engalanen con colgaduras sus balcones, como demostración de sincero amor a la Santísima Virgen. Confía en el amable trato y solicita atención al forastero par mantener la fama de hidalguía que Carrión tiene alcanzada.

     Hecho ya este largo repaso a la preparación de la efeméride de la Coronación, vamos a centrarnos ya en el día solemne y grandioso del 5 de mayo de 1929.

     Imaginemos todo preparado, el pueblo profusamente engalanado con guirnaldas de flores y gallardetes. Todas las casa con colgaduras y "en algunas se habían hecho instalaciones de luz eléctrica y farolillos". En el recorrido de las procesiones se habían levantado varios arcos de triunfo, adornados con plantas olorosas , follaje y flores con dedicatorias.

     Imaginemos las campanas engrasadas y sus volteadores a punto, cuatro bandas de música listas para llenar los ámbitos del pueblo con sus notas, ya alegres, ya solemnes. La Banda de Música del Regimiento de Wad Ras. La del Primero Ligero de Artillería y de la Bandas Municipales de Torralba de Calatrava y Carrión.

     Imaginemos el pueblo lleno de invitados y forasteros de lo pueblos vecinos. Desde primeras horas de la mañana del domingo-nos dice Pueblo Manchego- comenzaron a salir de esta capital gran número de automóviles, en los que se trasladaron a Carrión infinidad de personas. Los tres autobuses de la empresa Solís no cesaron de transportar viajeros toda la mañana. Nos imaginamos los que llegaron de los pueblos colindantes en carros, tartanas, caballerías y andando. Y representaciones y Cofradías marianas de otros pueblos más alejados.

     Como la información de la prensa fue tan exhaustiva y se han conservado los ejemplares del acontecimiento, así como el programa de festejos, me ha sido fácil establecer la secuencia de todos los actos y festejos realizados.

     Y llegamos al día grande dela Coronación. Fue uno de esos días en que la naturaleza y la climatología acompañaron a la fiesta. El día amaneció esplendoroso, radiante de sol, con el cielo de un azul intenso, que comunicaba a la tierra belleza y alegría.

     En la entradas del pueblo, diversas comisiones estaba encargadas de facilitar alojamiento a los carruajes y asesorar a los visitante de los lugares más estratégicos para presenciar las ceremonias.

     A la hora anunciada llegó el automóvil con los prelados, y en el momento de descender, los vivas, el repique de campanas, los sones de las bandas de música y las detonaciones de los cohetes forman un indescriptible laberinto de sonidos y abigarrados griteríos.

     A pie, por la calle Real, se dirigieron a la Iglesia Parroquial, entre sinceras y entusiastas manifestaciones de manifestaciones de cariño, a las que el Primado correspondía con saludos y bendiciones.

     El Cardenal Primado hizo su entrada en el templo bajo palio, rodeado del clero y de una comisión del Cabildo de la Iglesia Prioral. Se dirigieron al altar mayor que estaba adornado con un amplio dosel de armiño, en cuyo centro destacaba la imagen de la Virgen de la Encarnación, sin corona.

     Ésta comenzó con la lectura, por parte del maestro de ceremonias, del breve pontificio que autorizaba la Coronación de Nuestra Patrona, en latín y castellano.

     Seguidamente el Cardenal procedió a la bendición de la artística corona y tomó solemne juramento al párroco D. Eugenio Zaballa, de conservar la corona de la Virgen, que le era entregada.

     Terminada la misa solemne, sobre las once y media, en la sacristía se revistieron para la procesión, que se dirigiría hacia las eras de San Antón, donde se iba a celebrar el acto de la Coronación, En la sacristía se pudo contemplar de cerca la artística corona, la espléndida joya de arte, que a todos causó admiración.

     Llegada la imagen a las eras, la colocación de la imagen de la Virgen sobre el altar de la tribuna produjo en todos una emoción indescriptible, en la que se mezclaban todos los sentimientos, alegría y congoja, risas y lágrimas, entre el admirable desconcierto de músicas, vítores, campanas y cohetes.

     El obispo prior Dr. Esténaga se dirigió al inmenso público en una vibrante alocución. El Primado imparte la bendición a todos los presentes, que se postran de rodillas. Se entonan cánticos por la Capilla; Aleluya Ora Pro Nobis y Regina Coeli letare. Y el Primado ayudado por el Obispo COLOCA LA RICA CORONA SOBRE LA SAGRADA IMAGEN.

     Y, tras entonarse el Te Deum, vuelve a formarse la procesión, que con el mismo orden y devoción regresa a la Iglesia Parroquial.

     A las cinco de la tarde, en el salón de las Escuelas Públicas, hoy Casa de Cultura, se celebró un gran banquete ofrecido por doña Elisa Sánchez Ramos a los Prelados, autoridades e invitados a la Coronación. Alrededor de 80 personas fueron los comensales.

     La fiesta continuó por la tarde, con conciertos y bailes, agasajos de refrescos y pastas.

     Y al anochecer la procesión general, para cerrar un día memorable. La imagen coronada recorrió las calles del pueblo, acompañada y alumbrada por filas de señoras y señoritas. Balcones engalanados e iluminados, bengalas y adornos daba al desfile procesional un extraordinario aspecto.

     Pero donde éste adquirió la proporciones de una verdadera apoteosis fue al llegar a la Plaza de la constitución. Cohetes, fuegos artificiales y tracas tuvieron un lucimiento superior a todas la ponderaciones.

     Recogida ya la procesión, el párroco don Eugenio Zaballa subió al pulpito para dar las gracias a todos y desear que el culto a la Virgen revista siempre la misma devoción y esplendor. Y con este acto de intimidad parroquial, finalizó el gran día de la Coronación, 5 de mayo de 1929.